General Nikolosky Ivanov and the Xenos Incursion - We Print Miniatures

El general Nikolosky Ivanov y la incursión de Xenos

Entre las ruinas de una ciudad olvidada en la desolada luna de Tsel'nik, el hedor de la batalla impregnaba el aire. Desde los confines de la galaxia, la Incursión Xenos había extendido sus tentáculos, buscando planetas que conquistar. Tsel'nik era su nuevo objetivo. Los Xenos, conocidos por sus rifles Escupeácidos y sus tentadoras pesadillas, habían descendido como una plaga. Pero esta luna no estaba indefensa. El General Nikolosky Ivanov , reconocido por su poder y brillantez táctica, estaba listo.

Los impresionantes brazos servo del General Ivanov cobraron vida con un zumbido, y el sistema hidráulico silbó. Ataviado con su uniforme militar completo, adornado con medallas de honor y distinción, comandaba sus batallones con autoridad. Tenían un solo objetivo: repeler a los Xenos y proteger a Tsel'nik.

Una horda de soldados xeno se acercaba, con sus rifles escupeácidos brillando amenazadoramente. Un solo disparo podía derretir la armadura, convirtiendo a los soldados en una fuerza temible. Sin embargo, Ivanov no se dejó intimidar. "¡Mantengan sus posiciones!", rugió. Los soldados se prepararon, con los escudos en alto, listos para el ataque.

Se desató una danza mortal. Los rayos de ácido silbaron por el aire, dejando estelas de humo. Muchos impactaron contra las barreras protectoras del ejército de Ivanov, chisporroteando y estallando al impactar. Otros dieron en el blanco, diezmando todo lo que tocaban.

Ivanov, con sus servoextremidades mejoradas, se lanzó hacia adelante, con una velocidad asombrosa para alguien de su tamaño y estatura. Esquivó hábilmente el ácido derramado, alcanzando las primeras líneas de los soldados xenos. Cada golpe de sus poderosos brazos aplastaba a los adversarios, mientras que sus tácticas permitían a sus soldados flanquear y contrarrestar la abrumadora mayoría.

Sin embargo, la verdadera prueba llegó en la forma de la Tentadora Xenos . Con una gracia sensual pero siniestra, emergió de las sombras. Sus garras, de las que se rumoreaba que cortaban titanio, brillaban con malicia. Ivanov, tras haber oído hablar de ella, sabía que debía ser cauteloso. La Tentadora no solo era una luchadora formidable; tenía una habilidad especial para manipular las mentes, poniendo a sus aliados unos contra otros.

Sus miradas se cruzaron. Un desafío silencioso pasó entre ellos.

Ella se abalanzó sobre él, con un movimiento borroso. Pero Ivanov, curtido en innumerables batallas, se apartó y contraatacó. Su lucha fue una mezcla de fuerza bruta y destreza inigualable. Las garras de la Tentadora atacaron, fallando por poco, pero dejando profundas heridas en el suelo, testimonio de su mortal filo.

En medio del duelo, Ivanov reconoció un patrón. Cada tercer golpe, ella dejaba al descubierto ligeramente su costado izquierdo. Era un detalle minucioso, uno que la mayoría pasaría por alto, pero Ivanov siempre había sido observador. La provocó, y cuando ella atacó por tercera vez, usó la inmensa potencia de su brazo servo para asestar un golpe, haciéndola tambalearse hacia atrás.

A su alrededor, la batalla continuaba. Los soldados vitoreaban al presenciar el poder de su general, con el ánimo fortalecido. La situación estaba cambiando.

Sin embargo, la victoria aún no estaba asegurada. Desde la retaguardia, una nueva oleada de soldados xeno se acercaba, impulsada por el grito de guerra de su Tentadora. Pero las fuerzas de Ivanov no estaban dispuestas a desaprovechar su ventaja. Siguiendo las órdenes de su general, se reagruparon, elaboraron estrategias y contraatacaron.

Las horas parecían minutos. La superficie de la luna, otrora prístina, se convirtió en un testimonio de la ferocidad de la batalla, sembrada de restos de ambos bandos. Sin embargo, al asentarse el polvo, una ovación se elevó entre las filas de los defensores de Tsel'nik. ¡Los xenos se retiraban!

El general Nikolosky Ivanov, con su uniforme ahora marcado por las marcas del intenso enfrentamiento, se mantuvo erguido. Su corazón rebosaba de orgullo. La incursión xenos había sido frustrada, y Tsel'nik estaba a salvo, por ahora.

Los soldados comenzaron a corear su nombre, cargándolo a hombros. Había demostrado una vez más por qué era una leyenda. Sin embargo, tras el triunfo, al comenzar las celebraciones, Ivanov alzó la vista al cielo. Esta batalla estaba ganada, pero la guerra contra los xenos estaba lejos de terminar. El general sabía que tendría que prepararse para futuras escaramuzas. Pero esa era una preocupación para otro día. Hoy celebraban su reñida victoria.

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