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Vete a casa Pingüino, tu barrado

A Percy, el pingüino, nada le gustaba más que un buen partido de fútbol . Se había pasado toda la vida caminando como un pato por la Antártida, soñando con ver algún día jugar a su equipo favorito en persona. Y ahora, por fin, ese día había llegado.

Mientras Percy entraba al estadio, no podía contener la emoción. Estaba rodeado de miles de aficionados que lo vitoreaban, todos esperando con ansias el comienzo del partido. Pero Percy tenía un plan: había traído una bolsa llena de todo tipo de baratijas y recuerdos, con la esperanza de sacar una ganancia rápida vendiéndoselos a los espectadores desprevenidos.

Percy se abrió paso entre la multitud, ofreciendo sus productos a cualquiera que lo escuchara. Vendía sombreros y bufandas, banderas y pancartas, todos adornados con el logo de su equipo favorito. Pero entonces, al buscar en su bolso algo más, sacó sin querer algo que no debía: un reluciente reloj plateado que había robado de una joyería cercana.

El desprevenido espectador entregó su dinero con entusiasmo, sin darse cuenta de que estaba comprando bienes robados. Pero antes de que Percy pudiera escapar, un guardia de seguridad de mirada perspicaz lo vio. El guardia se dirigió rápidamente hacia Percy y le exigió saber qué había en su bolso.

Percy intentó disimularlo, insistiendo en que solo era un pingüino inofensivo que buscaba ganar dinero. Pero el guardia no se lo creyó. Revisó su bolso y encontró un montón de objetos robados: relojes, joyas e incluso algunos celulares.

"Te vas de aquí", gruñó el guardia , agarrando a Percy por la nuca y arrojándolo bruscamente fuera del estadio. Percy observó consternado cómo las puertas se cerraban tras él, alejándolo del partido que tanto ansiaba ver.

Mientras se alejaba del estadio, Percy no pudo evitar sentir vergüenza. Había dejado que su afán de lucro y su deseo de ganancias rápidas nublaran su juicio, y ahora estaba pagando el precio. Pero sabía que tendría que aprender de sus errores y encontrar una nueva forma de ganarse la vida, una que no implicara robar a espectadores desprevenidos.

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