En una realidad donde el tejido del espacio y el tiempo es tan maleable como la arcilla, los tres héroes interdimensionales —Belevor el Explorador, Miriel la hechicera elfa y Frod el Mediano— no eran ajenos al peligro. Sin embargo, ninguno de ellos podría haber anticipado el terror sobrenatural que supuso la Incursión Xenos.
—¡Por todas las estrellas! —murmuró Belevor, con los ojos entrecerrados ante la horda alienígena que avanzaba: criaturas que desafiaban la lógica y la descripción, con formas que eran una enloquecedora fusión de escamas, tentáculos y demasiados ojos. Su risa repugnante resonó en el aire, un ruido capaz de helar la sangre.
Miriel aferró su bastón, pálida pero decidida. «Tenemos que llegar al Agujero de Gusano, es nuestra única salida».
—Es más fácil decirlo que hacerlo —murmuró Frod, observando a su alrededor—. Nos superan en número.
—Entonces igualemos las probabilidades —dijo Belevor, colocando una flecha en su arco—. Frod, llévanos al Agujero de Gusano. Miriel y yo los detendremos.
Mientras el Halfling huía, Miriel invocó un escudo brillante a su alrededor, repeliendo la primera oleada de xenos. Belevor disparó flecha tras flecha, cada una alcanzando su objetivo con una precisión letal.
Pero por cada xeno que derribaban, dos más parecían ocupar su lugar. El peso de la situación los abrumó. "A este paso, no vamos a durar mucho", susurró Miriel, con su escudo temblando ante el implacable ataque.
De repente, un grupo de xenos atravesó la línea y cargó directamente contra ellos. Belevor se abalanzó sobre ellos, un furioso torbellino de acero e ira. Incluso mientras caían uno tras otro, sabía que estaban siendo superados.
Un rugido gutural resonó por el campo de batalla. Un monstruoso Xenos, más grande y grotesco que los demás, se abalanzó sobre él. Blandió un poderoso tentáculo, tomando a Belevor desprevenido y lanzándolo por los aires.
Miriel gritó: "¡Belevor!". Con un grito furioso, arremetió con su bastón. Una enorme ola de energía surgió de la punta, lanzando al Xenos hacia atrás. Pero el monstruoso Xenos no se inmutó, ignorando su ataque como si nada.
Mientras tanto, Frod había encontrado el Agujero de Gusano, oculto tras una extraña estructura alienígena. Pero operarlo no era tarea fácil. «Vamos, Frod, piensa», murmuró para sí mismo. Los grabados representaban diversos fenómenos cósmicos. Y entonces lo entendió: tenía que alinear los símbolos con sus correspondientes cuerpos astrales. Pero el tiempo no estaba de su lado.
De vuelta en el campo de batalla, Belevor se levantó, con el cuerpo dolorido. Vio a Miriel luchando sola contra los monstruosos Xenos, con su energía mágica menguando. El miedo lo invadió: se les estaba acabando el tiempo.
Reuniendo todas sus fuerzas, Belevor corrió hacia el monstruo. Saltó, hundiendo su daga en sus múltiples ojos. La criatura bramó, agitándose salvajemente y desprendiéndolo. Pero el daño ya estaba hecho. Con un último aullido de agonía, la criatura se desplomó, desintegrándose en un charco de icor alienígena.
—¡Belevor, el Agujero de Gusano! —gritó Miriel, señalando el portal ahora activo. Frod lo había logrado. Pero un muro de xenos se interponía entre ellos y su escape.
Respirando hondo, Belevor gritó: «Frod, haz pasar a Miriel. ¡Yo los detendré!».
Frod asintió y corrió hacia Miriel, arrastrándola hacia el portal. Belevor disparó una lluvia de flechas, deteniendo momentáneamente el avance de los xenos. Cuando la última de sus flechas dio en el blanco, Belevor giró y corrió hacia el Agujero de Gusano.
Un rugido ensordecedor anunció la carga de los xenos. Belevor sintió su aliento caliente en sus talones mientras se lanzaba al portal giratorio. El mundo giró violentamente, y luego todo se volvió negro.
Cuando Belevor abrió los ojos, yacía sobre la suave hierba, con el reconfortante brillo de las estrellas familiares sobre él. Frod y Miriel estaban allí, curándose las heridas, pero con vida.
—Lo logramos —suspiró Miriel, con el rostro pálido pero sus ojos brillando de alivio.
—Lo hicimos —coincidió Belevor, con el corazón aún latiendo con fuerza por su estrecho escape.
El recuerdo de la Incursión Xenos los perseguiría en sueños durante muchas noches, pero habían sobrevivido. Y mientras estuvieran juntos, Belevor sabía que podrían afrontar cualquier desafío que el multiverso les presentara.